jueves, 26 de octubre de 2017

¿Por qué te quitaste los zapatos?

Estado de Puebla, municipio de Cholula de Rivadabia, calle 22 oriente, Colegio Yoliztli, salón de 3ro de prepa. Era el día, y lo sabíamos con antelación, de la prueba ENLACE o PISA o como sea que se llamara ese tiradero estandarizado de impuestos. Nos sentamos en nuestro respectivo mesabanco y vimos entrar a la subdirectora seguida de una muchacha de unos veintitantos años que cargaba una caja. La subdirectora presentó a la muchacha y se retiró, porque las reglas de la prueba prohíben la presencia de personal de la institución durante la aplicación.
La señorita, ¿qué digo? La Señorita, es más, la respetable Señorita, sacó de la caja y nos repartió unos cuadernillos con las preguntas y también unas hojas con círculos para elegir las respuestas de opción múltiple. Nos dio las instrucciones: el cuadernillo está dividido en secciones y tienen un tiempo limitado para responder cada sección, si se les acaba el tiempo, dejen de responder; pero si acaban la sección antes de que acabe el tiempo, esperen sin pasar a la siguiente. 
Viene la primera sección. Tiempo, treinta minutos.
¡Chin! Ya terminé y creo que no van quince minutos. Cerré el cuadernillo y - como siempre que esto ocurría en clase - de mi mochila saqué un libro y me puse a leer. Probablemente se trataba de alguna de las últimas entregas de Harry Potter que recién se habían publicado.
No puedes leer, dijo la muy respetable Señorita. Aunque nadie me lo había explicado, me pareció sensato que las reglas de la prueba prohibieran que se consultara cualquier material. Cerré el libro. Ella comenzó el gesto de estirar la mano para requisitarme el libro, pero nadie, ¡NADIE! me quita un libro. Así que antes de que su gesto fuera tan siquiera claro, yo ya había guardado el libro en la rejilla del mesabanco. No le agradó que me guardará el libro y torció el gesto, pero dio la vuelta y regresó al frente del salón.
Viene la segunda sección. Tiempo, treinta minutos.
¡Chin! Volví a terminar como en quince minutos. ¿Qué hago si no puedo leer? Soy de mente inquieta. Miro la portada del cuadernillo, miro mi lápiz, los junto y la aburridísima portada se llena de grafito en formas locas que brotan espontáneamente de la punta de ese cilindro amarillo.
No puedes dibujar, dijo la respetabilísima Señorita con gesto exasperado, arqueando los ojos y pausando las sílabas como cuando se habla con alguien que no tiene la capacidad de entender cosas sencillas. Yo había supuesto que los cuadernillos nos los íbamos a quedar, pero al cabo resultó que no. Así que las reglas de la prueba prohíben rayar el cuadernillo. Bajé, pues, el lápiz y, sin más remedio, hice desaparecer las figuritas con una goma de migajón.
Viene la tercera sección. Tiempo, treinta minutos.
¡Chin y re chin! Volví a terminar como en quince. La cabeza se me seca de no hacer nada. De a perdida voy a revisar si respondí bien.
¡No puedes adelantar secciones! gritó la Señorita modelo de respetabilidad. Pero digo que gritó, un gritazo de aquellos, de los que te hacen dar un pequeño brinco en el asiento. Pues claro que no se podía adelantar secciones, ella misma lo explicó: ¡pero yo no estaba adelantando secciones! ¿Cómo podía ella decir que yo adelantaba secciones sin mirar en qué sección estaba mi cuadernillo? ¿Cómo se puede acusar a alguien sin evidencia? Supongo que desde el escritorio sólo alcanzaba a verme pasar muchas veces las hojas y desde su cabeza esa fue la única explicación que alcanzó a formular. Estoy revisando mis respuestas, explicó Tozic el irrespetuoso. Me miró fijamente, desconfiaba. Se acercó a ver el cuadernillo y la evidencia habló. No hubo más palabras, esta vez no había nada que las reglas de la prueba prohibieran.
Viene la cuarta sección. Tiempo, cuarenta y cinco minutos.
¡Chintrolas! Ora sí la cajetié. Volví a contestar en quince minutos, pero esta sección es más larga. Reviso mis respuestas una, dos, tres veces y el tiempo no acaba.
Mira, sólo cierra tu cuadernillo, ya te dije que no puedes adelantar secciones, gritó enojada la señorita-premio-nacional-de-respetabilidad, mientras se levantaba del escritorio con violencia y caminaba hacia mí como señora a punto a chanclear al niño.
La Señorita tenía una mezcla de desesperación más ira. Estaba molesta, no sabía controlarse y no sabía controlarme; no sabía controlar a alguien que no estaba haciendo nada mal, pero que la hacía dudar de su capacidad para hacer su trabajo bien. Su actitud demostró que en ese momento ya no se trataba de las reglas de la prueba, sino de mostrar que ella tenía el poder. Me espanté, era una reacción desmedida para una nadería.
Viene un receso. Tiempo, diez minutos. Mis amigos me miran con cara de chale, ¿qué vamos a hacerle? Y nomás me miran, porque no dan muchas ganas ya de platicar nada, para empezar quién sabe si esté prohibido.
Viene la quinta sección. Tiempo, cuarenta y cinco minutos.
¡Me cachis! Juro que hice los ejercicios tan despacio como pude, pero no han pasado más de veinte minutos. La miro de reojo, sentada muy chucha en un escritorio que le queda grande. Coloco la punta de mi zapato derecho contra el talón del izquierdo, presiono ambos, levanto el talón izquierdo y mi pie sale del zapato. Repito el procedimiento para el otro pie y estiro mis piernas hasta el medio del pasillo entre los mesabancos. Allí, a plena vista, dos calcetas blancas.
Nada dijo la respetable. ¿Qué podía decir? ¿Es contra las reglas de la prueba, el quitarse los zapatos? Pero de algún modo ella lo sabía y yo lo sabía, era un reto, era la única de mis acciones que de hecho era un reto y era la única a la que no podía contestar. Me miraba, fruncía el ceño, ponía trompa de cochino, resoplaba, se ponía chapeada, arqueaba las cejas, estaba diez veces más irritada que la última ocasión, pero en esta ocasión- como yo había tenido que hacer antes - se tenía que callar. ¡Jaque a la reina!
Algunos de mis compañeros lo notaban y se reían bajando la cara, pero sólo quienes estaban cerca, no alcanzaban a ver los que se sentaban al otro extremo del salón. Entonces la voz de alguno preguntó en tono juguetón toziC, ¿por qué te quitaste los zapatos? Y respondí fuerte y claro No sé, me dieron ganas. Y de algún modo todos entendían cómo eso era un reto. Si a caso doña Respeto había pensado que tenía la oportunidad de hacerse la desentendida, que ese pequeño desafío sería algo que pasaría desapercibido y bastaría que ella no lo contara para salir incólume, se equivocaba. Ahora todos lo sabíamos. No podía decirme nada a mí, ni podía decirle nada a mis compañeros. Públicamente había explotado contra mí y ahora públicamente se quedaba callada. ¡Jaque mate!
Un triunfo en realidad pequeño. Eran bastantes más las cosas que ella tenía bajo control, pero encontrar un pequeño resquicio a su autoridad se sentía como un respiro enorme. La conciencia colectiva de que uno de nosotros le había ganado y todos podíamos compartirlo, sabía a esas fotos de soldados y adelitas entrando a la Ciudad de México, a la Corregidora alertando a los conspiradores, a  Cuitláhuac triunfando en la noche triste. Sabía a todo eso en chiquito, claro, pero a fin de cuentas sabía a que había hecho algo ante la arbitrariedad.
No tengo nada contra la muchacha que fue a aplicar la prueba, me burlo de la Señorita Galardón Internacional de Respetabilidad porque es divertido. Pero lo cierto es que la muchacha era una chica a la que le habrán dado doscientos pesos por ir a hacer un trabajo brutalmente aburrido y a la que le habrán encomendado mantener el orden sin decirle precisamente cómo, ni darle mucho respaldo. Y es que si se hubiera tratado del supervisor de zona escolar, tal vez sin problemas me decía que me pusiera los zapatos y tendría todo el respaldo de la SEP. Pero los aplicadores de esta pruebas son empleados de ocasión que no se van a meter en muchos pleitos por doscientos pesos. Menos le convenía que se dijera que un escuincle la había sacado de quicio quitándose los zapatos, que aguantarse la muina en ese momento. 
¿Para qué sirve exactamente una prueba? Si su misma estructura funciona bloqueando a una mente que se muere por resolver problemas. ¿De qué sirve la autoridad? Si en lugar de guiar las energías del alumno, se dedica a sujetarlo a normas de inactividad.

sábado, 9 de septiembre de 2017

Estampas del Tacolicismo: el mito de Itacatzin

Itacatzin era un mortal, un tacólico como cualquier otro. Itacatzin vivía con su amado y les era placentero acompañarse a comer. En su departamento en la colonia Doctores, en el Distrito Federal, cada noche tras volver del trabajo pedían comida o salían a comprarla para disfrutar en su sala con una buena charla junto a su ventana del quinto piso, al calor de las cumbias del vecino del seis y contemplando el tendedero de la azotea de enfrente.
Fue en tiempos de la gran Gripa del Puerco cuando el amado de Itacatzin cayó enfermo y fue internado en un hospital. Cada noche los dos buenos hombres añoraban los tacos del Paisa, las alitas de doña Maru, las tortas "Chema" o las gorditas de la esquina; extrañaban ver bajar el sol que perfilaba naranja un ensoñador paisaje de antenas y tinacos. Y la añoranza los consumía; viviendo en las memorias no supieron hallar sentido en la insípida gelatina del hospital.
Una noche sucedió lo peor. Conforme los médicos se retiraban de la cama, Itacatzin derramaba una lágrima por cada platillo que aquella su amada boca no volvería a probar. Pero Itacatzin no desesperó y al volver a casa pidió ayuda al señor Tacocóatl y a la señora Tacoatlihcue. Ni siquiera a ellos les está concedido retornar a los idos; no se puede ablandar una tortilla tostada. Sin embargo, conmovidos, le entregaron a Itacatzin unos tennis Panam con alas de quetzal. Itacatzin se arrodilló, se quitó sus zapatos Andrea y calzó el divino regalo, las agujetas se amarraron solas con doble nudo, todas las luces del apartamento titilaron, las alas empezaron a batir, se oyó el sonido de caracolas, el tocar teponaztles y al fondo el sonido de la Sonora Dinamita con el vecino del seis. Itacatzin alzó el vuelo, dispuesto a comprar comida en cada puesto de la delegación. Salió por la ventana y tras avanzar unos metros en el aire, se enredó bien cabrón con unos cables de luz y ya mejor se fue caminando.
Esa noche compró 230 tacos, 120 quesadillas, 72 gringas, 20 alambres, 64 tortas, 47 hamburguesas, 48 jochos, 4 kilos de papas a la francesa, 45 tamales de los cuales 15 fritos, 15 en torta y 15 fritos en torta capeada, 6 litros de atole, una orden de salchipulpos y un alka seltzer. Cargando su prenda de amor, entró a la estación del metro más cercana y voló por los túneles hasta metro Barranca del Muerto, porque allí se abre por las noches un portal al inframundo, al mítico Mictlampa.
A la entrada del Mictlampa aguardaba el gigante Tostatecuhtli, señor de las tortillas tostadas, de los bolillos duros y del refresco sin gas. Itacatzin habló de este modo al señor Tostatecuhtli: "Traigo este itacate, un lonchecito, para mi amado que ahora habita en sus recintos, señor Tostatecuhtli, y he de entrar."
El señor Tostatecuhtli respondió así a Itacatzin: "Soy el señor Tostatecuhtli, guardián de los recintos de abajo del metro Barranca y no he de permitir que nadie entre si no puede probar que en verdad desea entrar. Si deseas entrar, Itacatzin portador de comida, has de darme algo de comer."
Itacatzin miró con preocupación los alimentos que llevaba para su amado, no querría dejar ninguno. El apetito del señor Tostatecuhtli es grande y podría continuar comiendo hasta terminar con todo, pero necesitaba entrar.
"Así sea." Respondió Itacatzin al señor Tostatecuhtli. Tomó un tamal y lo acercó a la boca de la deidad. Cuando el gigante abrió la boca para recibir la ofrenda, Itacatzin dejó caer el tamal y en su lugar introdujo el brazo entero en las fauces de Tostatecuhtli, que mordió y arrancó el brazo. Mientras el guardián del Mictlampa se ahogaba con el brazo atorado en al garganta, Itacatzin levantó el tamal caído, abrió las puertas del inframundo y entró. Grande fue el rebumbio de las calacas cuando Itacatzin y su amado compartieron sus alimentos y se armó una pachanga mortal.
Cuando se alistaban unos chilaquiles para la tornafiesta, apareció el señor Tostatecuhtli, quien tuvo que reconocer la enormidad del gesto amoroso de Itacatzin y - habiendo convencido a otras deidades - lo convirtieron en señor de la entrega de comida y la comida para llevar.

Comentario del Dr. Cozit Alrebaize, antropólogo de la religión.

El mito de Itacatzin es uno de los textos más antiguos en el Tacolicismo. Comienza con un tacólico como cualquier otro que termina por incorporarse a las filas de las deidades tacólicas, esto revela cómo para los tacólicos las fronteras entre lo mundano y lo divino son muy tenues y pueden transitarse con facilidad, por ello hallan la trascendencia en alimentarse, en el acto más terrenal. Para ellos la división entre lo divino como espiritualmente puro y lo terrenal como sucio, es falsa, buscan deshacerse de las dualidades y demostrar la unidad del mundo.
Cabe destacar cómo a las sumas deidades Tacocóatl y Tacoatlihcue no "les está concedido retornar a los idos". Para los tacólicos sus dioses no son fuerzas últimas o todopoderosas, están sujetas a limitaciones: la muerte las supera y también pasan hambre o pueden atragantarse. Esto es fundamental en la mentalidad tacólica, ya que no creen en el poder absoluto como recurso para resolver problemas. Como lo revela la escena de los Panam con alas de quetzal, incluso siendo seres limitados, los dioses y los mortales pueden actuar y aprovechar los recursos disponibles para resolver sus problemas. Que no se tenga el poder total de cambiar las cosas, no quiere decir que no haya estrategias alternativas. En esta religión no hay soluciones definitivas, la vida es un devenir constante como la rotación de un trompo de pastor.
La escena de los cables es otro indicador importante del pensamiento tacólico. A pesar del privilegio de los Panam con alas, este Hermes chilango se topa con que una ciudad mal organizada le estorba incluso a un favorecido de los dioses. De aquí se desprenden dos consecuencias. Una es que Itacatzin hace el recorrido a pie, pues el tacólico ha de perseverar en sus trabajos incluso si ello supone el mayor esfuerzo, cuando se le mete una idea, nadie se la quita: es disciplinado. Por otro lado los tacólicos advierten que para volar hay que despejar el cielo, que mientras no se arreglen los problemas cercanos, no podremos ir lejos.
Finalmente hay que destacar que Itacaztin y su amado nunca cocinaron sus alimentos, los conseguían de alguien más en sus tardes de disfrute y es de alguien más que Itacatzin los consigue para llevarlos al inframundo. Itacatzin es patrono de los repartidores, de UberEats, de los tuppers para llevarse la comida en las fiestas y de los meseros, porque su labor es llevar, asegurarse de que se reciba. La gran virtud que lo llevó a la divinidad es la entrega. En esta historia, la entrega de los tacos - y otras guzguerías - es también la entrega como sacrificio por el bienestar ajeno; Itacatzin prefiere entregar su brazo a Tostatecuhtli que fallar en entregar toda la comida a su amado. Es también por esto que Itacatzin es patrono de los meseros, tiene sólo una mano para llevar la comida, como ellos cargan la charola con sólo una mano. La comida que se lleva a un viaje o a otro lugar, incluso al último viaje que es al inframundo, es una forma de aprecio y de cuidado que se extiende más allá de los límites de la cocina. No es el alimento que es sólo para quien está cerca, es el compromiso que va más allá y llega a donde sea necesario, es un acto de procuración que no tiene miedo a las distancias o riesgos, por ello Itacatzin es también un símbolo de compromiso.

martes, 8 de agosto de 2017

¿Dónde están los lugares? / Where are the places?

ES/EN

¿Y si no hubiera más dónde esconderme?
¿Y si fuera transparente en cualquier lugar?
¿Y si Central Park fuera una milpa llamada Alameda Central?
Tendría, entonces, que llevarlo todo en mí.
Podría, entonces, ser un portador de lugares, un trenzador de sitios que no paran de caminar.
Sabría, entonces, estar en mí.

¿Y si el único lugar estuviera entre la memoria y el corazón?
¿Y si, tras caminar el infinito, volviera a encontrarme aquí?
Me sentaría, entonces, de nuevo junto a una silla rota, frente a las mazorcas entre la niebla de Zacatlán, para alzar el rostro a la luz de Manhattan mientras inhalo el aire de Chapultepec.

¿Y si pudiera comer con masala un aguacate y decir con sorpresa un 'chale, yo'?
¿Y si latkas con chipotle fuera un platillo nacional de los trashumantes moradores de caminos?
¿Y si my tongue, my twisting tongue, saboreara every possible difference entre un mot et l'autre, zwischen ich und du, entre aquí y allá?
Desearía, entonces, a todos los lugares estar en mí.

Imágenes abajo.
*Central Park. Parque ubicado en el centro de Nueva York.
*Manhattan. Isla de la ciudad de Nueva York que concentra el distrito financiero y la atención de las cámaras.
*Masala. Mezcla de especias del sureste de Asia,
*Yo. En jerga de inglés estadounidense sirve para llamar la atención de alguien o para dar énfasis a lo que se dice.
*Latkas. Platillo frito de papas que es tradicional de la fiesta judía de Jánuca.

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What if I had nowhere to hide?
What if I were transparent anywhere?
What if Central Park was a milpa named Alameda Central?
Then, I'd have to carry it all within me.
Then, I could be a bearer of places, a braider of the spaces that don't stop walking.
Then, I'd know how to be in me.

What if the only place layed between memory and heart?
What if, after walking infinity, I found my self back here?
Then, I'd sit again next to a broken chair, facing the mazorcas between the mist of Zacatlán, raising my face to the light of Manhattan while I inhale the air of Chapultepec.

What if I could eat avocado with masala and say surprised a 'chale, yo'?
What if latkas with chipotles was a national dish of the nomadic dwellers of roads?
What if mi lengua, mi juguetona lengua, could taste cada posible diferencia entre un mot et l'autre, zwischen ich und du, between here and there?
Then, I would desire all places to be in me.

*Milpa. Traditional plantation of corn and other plants, most frequently beans, zucchini and chile.
*Alameda Central. The oldest public garden in Mexico and America - which is a continent - located in downtown Mexico City.
*Mazorca. Plant and fruit of the corn.
*Zacatlán. Municipality and city in the state of Puebla, Mexico.
*Chapultepec. The largest park in Mexico City, twice as big as Central Park.
*Masala. A spice mix from south asian cuisine.
*Chale. Mexican slang expressing surprise.
*Chipotles. Plural of chipotle, a dried jalapeño chile.


St. Patrick's Cathedral, New York, New York, USA
Iglesia del Señor Santiago, Tepeixco, Puebla, México


miércoles, 19 de abril de 2017

Vine a Comala

Vine a Comala porque me dijeron que acá había un restaurante o unos tacos o algo que comer, pero resultó que era domingo y casi todo estaba cerrado. Esto fue hace ya varios años. Lo que sí encontré fue una estatua de Juan Rulfo sentado en una banca de la plaza principal. Rulfo tiene un libro recargado en su regazo y frente a él un niño que, sentado en cuclillas sobre un banco, lo mira atento y con la mano en el mentón.
Juan Rulfo escribió unos cuentos que definitivamente no se dirigían a los niños y una novela que se sitúa en Comala sin presentarla como ningún destino particularmente apetecible - digamos que un lugar sin vida.
Esto y otras cosas me sorprendieron cuando, tras preguntarle al dependiente de la única cafetería que encontré abierta, que si mucha gente iba de visita por el libro, este respondió: ¿Cuál libro? Este que tiene a la venta en el mostrador, aclaré. Dijo que no sabía, pero más bien iban a comprarle muchos toritos, un dulcísimo destilado local del cual terminé por comprar un par de botellas.
Hubo una vez un secretario de cultura que no leyó a Rulfo, quien le sugirió a un gobernador que no leyó a Rulfo, que le dijera al presidente municipal que no leyó a Rulfo, que comisionara a algún escultor que no leyó a Rulfo, para hacer una estatua de Rulfo. ¿Y ese quién es? La pregunta habrá corrido de boca en boca. Pues escribió unos cuentos, habrá sido la información que corrió de regreso. ¿Y de qué? Pues de Comala. ¿Comala la de los toritos? Ajá, parece que no hay otra. 
Y, sabiendo que los cuentos los leen los niños, el escultro hizo su trabajo de esculpir y el presidente municipal hizo su trabajo de poner un templete y ceder una banca y el secretario de cultura hizo su trabajo de apartar un tanto del presupuesto y el gobernador hizo su trabajo de cortar el listón. Nadie sabía nada de Rulfo, pero mientras todos supieran la misma nada, podían darle forma a un Rulfo y un niño que representarían en el futuro una firme base para las palomas placeras. 
Algún ingenuo editor que acudió a la inauguración cargado de ejemplares de Pedro Páramo y del Llano en llamas, se halló sin haber hecho los gastos del viaje cuando, el evento terminado, la multitud desapareció sin jamás haber sospechado que los textos de Rulfo eran de ese tipo de textos que de hecho son para leerse. El amistoso vendedor de vasos de torito con hielo, tras hacer su agosto, le habría invitado al editor un sángüich en la única cafetería abieta - porque las inauguraciones son en domingo - y el editor habría dejado allí unos libros a comisión porque de verdad era ingenuo.
Espero que, al menos, el escultor haya tenido la astucia de hacer la estatua de modo que se pueda retirar de la banca, es decir, que no la haya soldado. Ya que sería mucho más patético el siguiente caso: si un futuro alcalde que no leyó a Rulfo mandara a un pintor de brocha gorda que no leyó a Rulfo a pintar las bancas del parque y, este buenhombre, no pudiendo separar la estatua de la banca y con la característica delicadeza de los hombres que hacen trabajos a destajo para el estado después de ingerir unos decilitros del necesario torito, pintara el borde de la espalda y las nalgas de Rulfo con el nuevo color de la banca.
Me alegro, eso sí, de que hayan puesto una placa conmemorativa y explicativa. De otro modo, al ojo del turista que no leyó a Rulfo, la estatua pasaría a ser conocida como ¨el niño bolero de Comala¨. Como esta clase curiosidades se hacen famosas en el internet, llegarían más tarde muchos turistas al pueblo y se preguntarían por qué el niño bolero no tiene un trapo o por qué el zapato de 'ese señor' no está recargado en el cajón; alguno incluso preguntaría por qué el hombre no lee su libro mientras espera que le den brillo a sus zapatos. Completamente fuera de su propósito, la estatua se tornaría una atracción que llamaría la atención nacional, atrayendo gente a Comala en domingo y forzando a los negocios locales a abrir para no desaprovechar la oportunidad. 
Entre esta multitud de visitantes, no faltarían los expertos en arte quienes, a tono con unos toritos, aventurarían hipótesis. Unos, que la visión vanguardista del artista lo llevó a retratar, no el momento del boleo, sino el momento previo, justo cuando el cliente se sienta y el niño no ha sacado su trapo; esto con el objetivo de crear una tensión temporal dinámica en el observador que sabe que una acción está a punto de suceder, pero nunca llega, convidando así a la exploración de la incompletud perpetua de la vacua acción humana. Otros tildarían a los anteriores de esnobs existencialistas afrancesados y responderían que esa visión del niño proletario como mero sujeto del capitalismo es reduccionista, que no es que falte trapo, sino que el niño, en señal de resistencia, mantiene su herramienta de trabajo guardada mientras estudia y analiza a su explotador burgués que controla la cultura - y por eso el libro en las manos de 'ese señor' que lo mantiene cerrado para impedir la liberación del niño por la vía de la ilustración y perpetuar así la reproducción de las clases. Alguien más notaría el adultocentrismo de la representación que mantiene al niño en un nivel menor mientras el adulto se sienta en una amplia banca en la que perfectamente caben ambos. Pero afortunadamente pusieron una placa conmemorativa y explicativa, para que el asunto no se preste a confusiones ni malentendidos y todos tengamos claro quién es Rulfo sin representaciones faltas a la realidad.
Lo cierto es que si yo hubiera sido el gobernador, habría hecho que todos lo leyeran y luego le poníamos una estatua al torito.

lunes, 6 de marzo de 2017

We don't have so many doors!

fig. 1 puertas de la calle
We don’t have so many doors. Fue la conclusión de un diálogo sobre la amabilidad y las diferencias culturales que sostuve con una compañera india en Nueva York.
La infraestructura es algo que damos por sentado hasta que no funciona o hasta que no hace sentido con nuestra cultura. Es decir, no tenemos idea de qué es un sistema operativo – y de hecho nos importa un bledo – hasta que la computadora se congela en una pantalla azul. O bien, las puertas son una cosa cualquiera de la vida diaria, ¡hasta que hay demasiadas!


fig. 2 para salir del foyer
¿Cómo puede haber demasiadas puertas? En un día normal llego a la universidad y, supongamos, voy a ver a un equipo para trabajar en la cafetería. Entro por un par depuertas que son la entrada de la calle (fig. 1), pero eso no me da entrada precisamente a la parte principal del edificio, sino a un espacio que en México no acostumbramos – aquí se pone cultural el asunto – y se llama foyer. El foyer es un espacio que se define por estar entre dos juegos de puertas. Así, tal cual. Uno entra de la calle a una habitación que puede ser pequeña si se trata de una casa o grande si es un edificio como mi facultad y no hay nada salvo por otro par de puertas que están del otro lado; probablemente hay una banca para poder disfrutar de la experiencia de sentarse entre dos pares de puertas – experiencia única para un mexicano. Bueno, continúa mi recorrido, salgo del foyer atravesando el
fig 3. dos puertas dobles para entrar a la escalera
segundo juego de puertas (fig. 2) y me encuentro en la recepción, me identifico con mi credencial, paso al pasillo principal y camino un par de metros hasta otro juego de puertas. De hecho, ahora hay dos juegos de puertas dobles (fig. 3), un juego junto al otro ¡y todas dan paso al mismo lugar! Así que puedo elegir si quiero pasar por el juego de puertas de la izquierda o el de la derecha, igual me llevan a las escaleras. Bajo por las escaleras y atravieso otro par de puertas para salir al sótano (fig. 4). Tras recorrer un par de pasillos en el laberinto del sótano, llego a otro par de puertas (fig. 5) tras las cuales hay un espacio cuadrado, a mi izquierda hay otra puerta que conduce a un pasillo que no me interesa, junto otra puerta
fig. 4 para salir de la escalera
para una oficina que tampoco me interesa; a mi derecha hay otras escaleras y frente a mi hay ¡otro juego de puertas dobles! (fig. 6) Atravieso ese juego de puertas dobles que me lleva a otro pasillo al final del cual hay otro juego de puertas dobles, siempre abiertas, tras el cual se encuentra la cafetería (fig. 7). Atravesé siete juegos de puertas, de las cuales tuve que abrir seis. En mi facultad de México – no menos laberíntica – habría atravesado tres juegos de puertas que están siempre abiertas. No sólo son muchas puertas, sino que la mayoría – en especial las del
foyer  que da a la calle – son tan gruesas y pesadas que no es raro ver gente forcejeando para abrirlas.

Entre las opciones posibles para explicar este asunto se cuentan: los arquitectos eran fans de Jim Morrison, había que justificar gastos, el sindicato de porteros era muy poderoso o bien, latitud y altitud. Dado que la ciencia sugiere siempre quedarse con la explicación más aburrida, voy con latitud y altitud.
fig. 5 puertas en el pasillo
Nueva York tiene la humedad de una ciudad costera y se encuentra ya muy entrada en el hemisferio norte; los inviernos alcanzan temperaturas bajo cero y los veranos, aunque con moderados 28°C, tienen una humedad sofocante del 90%. Para regular la temperatura de los edificios grandes es útil dividirlos en espacios más pequeños, por eso los juegos de varias puertas que subdividen pasillos y escales. Y los foyers  sirven como aislantes entre el interior y el exterior; las puertas gruesas y pesadas también ayudan a ello.
Pero la conclusión de mi conversación era sobre la amabilidad. A mi amiga india y a mí nos sorprendía que los neoyorquinos parecen en general gente bastante más indiferentes que los rajastanos o los cholultecas, parecen más secos y distantes en algunas cosas que para nuestros países de origen se considerarían amabilidad fundamental; salvo por las puertas. En torno a ese pedazo de infraestructura con bisagras se condensa la expresión de atención humana más
fig. 6 puertas después de las puertas de la fig. 5
fundamental de los neoyorkinos: sostener la puerta para que pase alguien más. Si entras al edificio y alguien viene inmediatamente atrás, sostienes la puerta hasta que la alcance o incluso la mantienes abierta para que pase; lo mismo si vas a salir y alguien estaba por entrar o viceversa. Quien alcanza la puerta primero la sostiene para alguien que esté a una distancia relativamente corta de la misma. A veces, en un despliegue amplio de cortesía, alguien puede sostener la puerta incluso si estás aún a varios pasos de ella, entonces apuras el paso para corresponder y no tener a la persona sosteniéndote la puerta por mucho tiempo.
La correspondencia es otro asunto, siempre se usa un breve thank you murmurado al pasar por la puerta que esa persona te mantuvo abierta. O, en el caso del foyer, se puede dar una interacción más elaborada: si una persona me sostiene el primer par de puertas del foyer, yo me adelanto y a cambio le sostengo el segundo par de puertas. El foyer sí es un espacio muy materialmente vacío, pero en Nueva York a más puertas, más posibilidad de cortesía. (Supongo que la moral neoyorquina sufre una sobredosis en Home Depot. (fig. 8))
fig. 7 puertas de la cafetería

¿Por qué – nos preguntábamos mi amiga y yo – ese asunto de sostener la puerta no es tan relevante en México o en la India, donde en otros aspectos la gente parece más amable? Pues porque we don’t have so many doors.


fig. 8 Paraíso/Sobredosis de los neoyorquinos amables

lunes, 13 de febrero de 2017

¡Quepo en todas la cajitas!

Acá en los EUA es muy frecuente tener que llenar unos formatos sobre 'a qué raza perteneces' o 'con cuál raza te identificas', a veces les agregan que 'cuál es tu etnia' y otras finezas por el estilo. Esa no es una pregunta que uno hace en el resto del mundo. Nunca me he topado con una situación donde la conversación sea así:
- Hola, me llamo Alex.
- Hola, me llamo Tozic. ¿Con cuál raza te identificas?
- Con la que me dice que todo lo que hago que todo lo que hago está mal.
No, eso no pasa. Las conversaciones sobre raza que sí pasan, dicen algo como:
- Mira, este es Firuláis.
- Ah, qué lindo, ¿de qué raza es?
- Corriente cruzado con de la calle.
Bueno, esta historia es sobre la primera vez que tuve que llenar una de estas encuestas; fue para abrir una cuenta en el banco. Mi primera tentación fue responder "me identifico con Schnauzer, la barba se les ve bien". Pero esa opción no estaba. Luego pensé que a la mejor no tenía que responder eso, porque por mi raza hablará el espíritu, que le pregunten a él. Pero urgía abrir la cuenta y si el espíritu es como la burocracia UNAM, pues mejor contestaba yo. 
Así que comencé por buscar homo sapiens, pero ni siquiera estaba anotada, supongo que quienes diseñan los formatos saben que su país no es muy atractivo para los sapiens en general. No habiendo mis preferencias, tuve que acomodarme al menú. Afortunadamente la gringa que me atendía aclaró que podía elegir todas las opciones que quisiera; ya que no sirven lo que me gusta, por lo menos puedo pedir todo lo que quiera. Y siendo tragón, decidí que intentaría pedirlo todo.
Lo primero que hallé fue Do you consider yourself Hispanic or Latino? (Including Spain). Bueno, estaría cabrón ser hispano sin ser de esa tierra que solía llamarse Hispania, me resultó como decir '¿es usted nipón, incluyendo si es de Japón?' Pero aquí hispano es equivalente de latino y pensé que vaya, ser latino, ¿yo? Sí conozco un poco la lengua de esa gente, aunque sólo lo fundamental como nonis fellare (no mames), Quod fluctus? (¿Qué onda?) o el más usado entre el vulgo de Roma Quod flatum? (¿Qué pedo?) Como creo que las túnicas se ven bonitas y prefiero a los dioses paganos, pues anoté que sí soy latino, aunque eso me haga en automático hispano, que tampoco está mal por aquello del jamón y los quesos.
- I'm definitely going with latino- le dije al chino que pasaba por el mismo proceso junto a mí. 
- Really? Where you from?- Replicó con sorpresa. 
- México. 
- Really? You don't look that brown. 
A esta observación del chino, la gringa que nos atendía pegó un saltito en el asiento y repitió que you can tick all the boxes you feel comfortable with. Yo pensé que las únicas boxes que me hacen sentir cómfortabol son las de libros y las de pastel, pero de esas no hay en el banco.
La siguiente opción en el menú decía que independientemente de mi respuesta anterior, seleccionara todas las opciones que quisiera de la lista siguiente.
La opción de hasta arriba era White or Caucasian (including Middle East), blanco o caucásico incluyendo el medio oriente. Porque da lo mismo ser lapón que iraní. El caso es que caucásico no, seguro que nadie en mi familia vino del Cáucaso; una prima sí se casó con un armenio, pero nada más. Como en el mercado me dicen 'güerito', supongo que aplica lo de blanco, además de que varios antepasados gachupines he de tener con estas barbas que me cargo. Y el döner kebab es como un taco que también se hace con carne de un trompo, así que viva el taco del medio oriente.
- Also going with white.
- Really? Now, you are not that brown, but not that white either! - me corrigió el chino.
La gringa del banco casi salta hasta el techo. Yo pensé que quién le da gusto a este chino, si ni soy café ni soy blanco, él lo debería de entender; ellos ni son comunistas ni se abren el libre mercado. Antes de que pudiera preguntarle de qué color era Mao, la cajera intervino.
- Never mind, you are fair skin, that's fine- dijo queriendo calmarme como si alguien acabara de decirme priista. 
¿Mi piel es justa? ¿De qué habla? Mi moral es justa, espero, ¿la piel qué? Estos gringos son raros.
La siguiente casilla me preguntaba si soy Black or African American (including Africa and Caribbean). Normalmente pensaría que no soy negro, pero si no soy blanco ni café, van quedando pocas opciones. Luego pensé que los españoles trajeron africanos a la costa del golfo, en una de esas alguien en mi árbol genealógico decidió que le gustaba el chocolate, no es improbable y hay que considerarlo. Además la herencia que nos dejaron a todos los mexicanos en términos de ritmo, de cocina, de préstamos lingüísticos y de las primeras luchas de resistencia contra España es enorme. Siendo que algo he sacado de Africans que llegaron a America, decidí ser justo, como mi piel, y también elegir esa casilla. Y tengo lunares, eso es piel negra ¿o no?
- I'm going for African American.
El chino casi se va para atrás en su silla y la gringa también. Pero no dijeron nada, ya sólo me miraban.
A continuación decían que si soy Native American or Native Hawaiian (including all Original People of the Americas.) 
Aquí tengo que hacer una pausa. Todavía no entiendo si para los gringos que diseñan estos formatos la raza es algo del color de la piel o del lugar de origen o del idioma que se habla. Lo cierto es que parece que en los EUA la raza es una cosa que sigue la fórmula X o Y (incluyendo Z). La raza es algo que puede ser una cosa u otra, que no necesariamente se relacionan (como blanco/caucásico o ser de América/ser de Hawai) y además incluye un tercer elemento que tampoco tiene nada que ver, pero vuelve la categoría todavía más amplia. Si no bastaba juntar a toda la gente negra con la gente que llegó de África a América, se incluye también a toda la gente de África y el Caribe. Sí, se incluye también los Boers - esos holandeses que son sudafricanos desde hace como un siglo - y a los cubanos que son hijos de los rusos que mudaron a la isla durante la guerra fría y tuvieron hijos blancos pero en el Caribe. De modo que si Johanes van den Rijn y Carlos Vladímir Popofkin pueden caber en Black or African American (including Africa and Caribbean), pues yo también, ¿qué chintrolas?
Volviendo a Native American or Native Hawaiian (including all Original People of the Americas.) ¿Nativo de América? Pues en este continente nací. Además, si hay una nimia probabilidad de tener genes que trajeron los africanos, mucho más de alguno de los grupos indígenas de México. Y ni hablar de la herencia cultural que estos dejaron y siguen creando. Tons sí soy. Pero jaguayano seguro que no soy, aunque sí me encanta la pizza con jamón y piña. Lo que me ayudó fue eso de Toda la Gente Original de América, la neta soy de los más original que hay: tengo un nombre mexica con uno español, tengo dos veces el mismo apellido, prefiero comer el postre primero y una vez pasé diez minutos convenciendo a mis alumnos de que me dijeran 'güey'. Entonces 'nativo' por doble partida, 'original' por derecho propio y jaguayano nanáis, pero con dos de tres basta.
Ya ni se inmutaron cuando dije I´m going for Native American too.
Por suerte ya nomás quedaba una elección que hacer: Asian or Indian (including Philipino). Esto requirió más pensamiento. Una parte es fácil, porque filipino no soy. En cuanto a Indian, pues qué le busco, hay una película que se llama 'El indio Tizoc' ¿se necesitan más indicaciones? Indio sí soy, pues, además que esto ya lo aclaré cuando dije que heredo de los nativos de México. ¿Seré Asian? Dado que algo heredo de los primeros pobladores de América y ellos pasaron por el estrecho de Bering y antes de eso estaban en Asia, podría decirse que sí. Lo cierto es que este razonamiento parecía muy forzado así que decidí que sólo valía por medio.
Necesité volver a evaluar. El asunto de ser filipino definitivamente es un no. El asunto del Indio Tizoc es más claro que el agua. ¿Por qué mezclan tanto sus categorías estos gringos? Y ser asiático, pues a medias. Como al final no estaba seguro, en lugar de tachar le casilla, sólo puse medio tache, o sea una diagonal.
A penas abrí la boca para comentar, el chino me interrumpió.
- No way! I am Asian. - Este sí me dijo wey.
- You too, güey? Brother! You shold have come when we still had Bering, it was cheaper. Also we are about to have our own Great Wall, too. And rice! Forget your sticky version, you have to try it with chícharos and zanahorias and mole al lado.
Al final lo de abrir la cuenta salió bien y en llenar el formulario descubrí rasgos míos que antes no tomaba tanto en cuenta; creo que más bien los ponen por una cuestión filosófica, eso del conócete a ti mismo. (¿Cuento como griego si soy de pelo chino y barbón y me gusta la filosofía como a Aristóteles?) Pero me pareció triste que faltaba la única opción que habría hecho todo el asunto más fácil y sin tanto embrollo, lo primero que un latinoamericano habría puesto al diseñar este formato. Resulta que aquí soy mezcla de todo, pero no por eso soy mestizo.

miércoles, 1 de febrero de 2017

Florence sin pecado y la virtualidad real

Estoy por terminar la lectura de Bless me, Última del chicano Rudolfo Anaya. A continuación despepitaré una escena casi final, lo digo por si alguien pensaba leerla y quiere evitarse influencia alguna. Agua va.
La novela va del paso a la adolescencia de Tony Márez, un niño mexicanoamericano, en algún pueblo del sur de los EUA, probablemente en los cuarentas o cincuentas. En esta escena él y su pandilla esperan afuera de la iglesia por el examen y la confesión con los que el párroco les permitirá hacer la primera comunión. Tony es reconocido por ser particularmente estudioso y se le prevé un futuro como sacerdote, con esto en mente, entre la discusión y la tensión sobre el resultado posible del examen que cada uno presentará, sale la propuesta de 'ensayar': Tony será el sacerdote y confesará a sus amigos. Las confesiones serán, claro, públicas porque el juego se trata más de darse valor mutuo y exhibir las malas acciones para divertimento del resto.
El primero es Horse, quien hizo un hoyo en la pared del baño de la escuela y por allí espió el baño de mujeres. El siguiente es Bones, que vio a un muchacho y una muchacha locales tener sexo. El tercero es Florence, pero Florence no lo hace voluntariamente. Florence no cree en dios y todos lo saben, él sólo va al catecismo por estar con los cuates, pero es abiertamente escéptico y con frecuencia expone sus razones; esto, en momentos anteriores, había causado tensión y comentarios derogatorios hacia él. Pero durante esta escena donde todos se preparaban para su mayor demostración de fe, a la voz de 'Florence no cree', el asunto se vuelve pretexto para que otros niños lo obliguen, lo tironeen de los cabellos y por la fuerza lo sometan a arrodillarse ante 'el sacerdote' y confesar sus pecados.
Tony intenta intervenir, puesto que Tony es un chico muy sensible y amable que nunca forzaría a nadie y que no tolera la violencia, además de que siempre ha sido un amigo fiel de Florence. Pero Tony es demasiado pequeño y débil comparado con el resto, así que opta por seguir en su papel y rogarle a Florence que le diga un pecado, lo que sea, que lo invente con tal de que lo suelten. Florence contesta: yo no tengo pecados, es dios quien ha pecado contra mí. La indignación corre entre el grupo y la violencia se dispara contra el hereje; por suerte Florence es grande y logra soltarse y empujar a los chicos que los sostenían, entonces se planta frente al 'sacerdote', lo encara... y ahí los dejo con las ganas de leerla. Nomás quiero anotar un par de cosas.
Tony no era un sacerdote real, la pandilla no era su comunidad real y las confesiones no eran confesiones reales. Los acuerdos que el grupo tomó sí eran reales, como que Tony sería el sacerdote, o que Florence debía confesarse; también eran reales los sentimientos involucrados, el ánimo de confesar pecados extravagantes para llamar la atención, o la ira contra Florence por desviarse de la fe aceptada. Todo esto era tan real, que la humillación, los golpes y el sometimiento a Florence también eran reales, el juicio al que su grupo lo sometió, era real. 
Y ahora vuelvo a mi primer enunciado ¿de verdad Tony no era un sacerdote real? Para las normas de la iglesia católica, ni Tony era sacerdote, ni la pandilla era su comunidad, ni las confesiones más que un sacrílego juego. Pero para la pandilla sí era real, en el momento en que el grupo aceptó partir de esos principios, la 'confesión' se volvió una norma real cuya evasión sería castigada de modo real. De la nada, ciertas cosas cobraron existencia. Unas ciertas reglas de comportamiento, una figura sacerdotal y un par de guarros para imponer el orden.  Nada de eso estaba allí cuando la escena empezó, luego las ideas aparecieron en forma de palabras que se fueron sugiriendo, sonidos al aire; luego esos sonido determinaron quién era quién, qué debía hacer cada quién y todo se tornó realidad, se materializó en rodillas pegadas al suelo, señales de la cruz y, finalmente, golpes.
Ahora supongamos a un sacerdote real, autorizado por la iglesia, en una convención de ateos y llamando a la confesión. Por real que sea el sacerdote, su poder allí es incluso menor que el de Tony que tuvo dos confesiones sinceras y un par de inquisidores para forzar una confesión falsa. Mi punto no es contra la iglesia, ni por los ateos, ni nada de eso. Mi punto es sobre la posibilidad que tenemos los humanos de tornar algo real por nada más que un acuerdo. 
Siempre hubo un tiempo en que ninguna práctica humana que conozcamos existió. Algo tan obligado como ir a la escuela no era ni siquiera una idea, pero un día alguien se dijo '¿y si tuviéramos un lugar al que la escuinclada va y se sienta y se aburre seis horas?' Y hoy la escuela existe tanto que tiene otras escuelas para formar docentes, tiene leyes que la respaldan, tiene industrias de producción de material didáctico, tiene edificios, etc.
Virtual viene del latín y se refiere a la voluntad, hoy lo usamos como antónimo de real. Nos fascinamos de la 'realidad virtual' que creamos en los ordenadores, ese mundo que no es tangible, pero existe en la pantalla frente a nosotros. Pero llevamos milenios tomando lo que sí existe tangiblemente frente a nosotros, lo real, y acoplándolo, por nuestra voluntad, a ciertas ideas que sólo existían en nuestra mente y nuestras palabras, a lo virtual. Nuestras virtualidades las tornamos reales, para bien y para mal; incluso la realidad virtual un día no existió y su mera mención a la gente de principios del siglo XX le habría parecido cosa de magia, una locura, pero la materializamos desde nuestras imaginaciones y por medio de nuestra capacidad técnica. La realidad virtual también es una virtualidad real.
Y Florence fue una víctima real del modo real en que creamos comunidades y normas y acuerdos sin ser conscientes del poder que esto tiene, como en nuestras democracias y capitalismo contemporáneos.

* Hablo aquí de unas cosas que en ciencias sociales se conocen como construcciones sociales o mundos figurados. Nomás no saqué el palabrerío académico para no espantar a nadie, pero tampoco es que a mí se me haya ocurrido nada de esto.

domingo, 29 de enero de 2017

Tus enemigos te definen



En general es sabido que soy un nerd de las ciencias naturales, particularmente de la física y, como sería de esperarse, soy de los fans de la NASA y todo lo que hagan. Pero punto y aparte del contenido científico de esa agencia, creo que es en sí misma una de las mejores estrategias bélicas jamás concebidas. Ni siquiera hablo de que la tecnología que producen puede tener aplicaciones militares, sino de su existencia en sí, casi que su acta constitutiva - si tienen una.
La historia de la NASA empieza con Eisenhower, la guerra fría, desarrollar arsenales para jugar con la Unión Soviética a ver quién lo tiene más grande... el arsenal. En su fundación concentró dos proyectos militares anteriores, NACA y DARPA, de investigación sobre balística, misiles y propulsión; en chismes de la historia, estos proyectos, sobre todo DARPA, tenían en sus filas contratados a científicos exafiliados al nazismo que fueron secretamente recogidos y no condenados por el ejército estadounidense porque, pues, eran útiles a la maquinaria de guerra. Pero nada de esto es a lo que me refiero, porque otra vez, lo mejor de la NASA como estrategia de guerra, no tiene que ver con los aspectos materiales ni tecnológicos de la guerra. Y cuando digo 'lo mejor... como estrategia de guerra', me refiero a algo que para un pacifista como yo es, de hecho, admirable.
Pero la NASA que me interesa, y la que conocemos hoy, empieza a partir de su momento de gloria con John Kennedy, quien dio el visto bueno al programa espacial para conseguir un alunizaje. Kennedy es - como seguro será Obama - una figura controversial porque hay quienes le achacan todo lo bueno del mundo y luego hay quienes, para responder a esto, demonizan algunas acciones ciertamente reprobables. Yo quiero partir de que ni siquiera el llamado 'hombre más poderoso del mundo', el President of de Iunaited Esteits of America, es todo poderoso. Quiero decir, siguiendo a Foucault, que uno no tiene el poder, que el poder lo tiene a uno y uno, a lo sumo, lo ejerce en un sentido u otro. Es como ir al baño, no tenemos el poder de impedirlo, hay procesos en nuestro sistema que crean una urgencia innegable, pero con ciertos esfuerzos podemos definir cómo, cuándo y dónde. Así Kennedy llegó a la Uait Jaus y la urgencia de ir a... la guerra ya estaba instalada en el sistema; si él era un ángel pacifista o no, quién sabe, pero lo cierto es que había muchos más intereses determinando eso.
En este contexto, Kennedy decidió tomar una tajada sustancial, aunque no sustantiva, del presupuesto para dirigirlo al programa espacial de la NASA. El detalle es que el programa espacial con su objetivo de llegar a la luna no tenía ningún uso militar inmediato, desconozco los detalles históricos de la oposición que haya tenido Kennedy en su momento al interior del gobierno y el partido, pero perfectamente puedo ver a algunos generales y políticos diciendo 'no desvíes recursos de la producción de armas que sí destruyen al enemigo para dedicarlos a llevar a alguien a la luna, ¿qué rayos hay en la luna? Nuestro problema en la tierra es más urgente.' Pero una vez anunciada la decisión en aquél legendario discurso donde JFK prometió que antes de que terminara la década, los EUA habrían llevado un hombre a la luna, la URSS tuvo que responder. Y esta respuesta es de lo más interesante. Así como no importa si Kennedy era o no un pacifista, porque el sistema de gobierno estadounidense no lo era; pues tampoco importa si a Nikita Jrushov alguna vez le había importado un bledo promover un programa espacial soviético, tuvo que responder a la declaración de Kennedy. Responder a ello con una bomba habría sido definitivamente exagerado y reponder con un programa soviético de producción agrícola, no habría tenido nada que ver. Siguiendo la lógica de 'soy mejor que tú en todo' que predominó durante la guerra fría, la única acción sensata era demostrar que la URSS era mejor que los EUA hasta para lograr el propio objetivo de los EUA.
Ahora, el Programa Espacial Soviético tenía su propia historia también vinculada a crear misiles militares y también habiendo recurrido a científicos alemanes; no digo que la URSS haya creado su programa en respuesta a la NASA. Pero lo cierto es que adelantando esa declaración, Kennedy redigirió una parte del curso de la guerra, influenció el cómo, cuándo y dónde se daba la disputa. El cómo se daba la guerra, desviaba recursos que de otro modo quedarían en las manos del ejército, y más bien financiaba las ciencias naturales: un conflicto bastante más sano que el napalm de Vietnam. A esto me refiero al decir que la NASA es una buena estrategia de guerra. Si la guerra es la continuación de la política por otros medios, aquí la ciencia y política se aliaron para continuar la guerra de un modo más sensato.
A largo plazo, la NASA y el Programa Espacial Soviético fueron de las primeras agencias en cooperar en una relación bilateral pública. La NASA adoptó tecnología soviética para el diseño de sistemas de supervivencia, colaboraron en el desarrollo de tecnología para estaciones espaciales y, ahora que los transbordadores espaciales ya no son viables, la NASA opera lanzando sus tripulaciones desde Rusia en cohetes herederos del diseño soviético. Diría que todo es felicidad, salvo por que a los actuales líderes de ambos países no les parece atractivo volver a engancharse en este tipo de contienda, de hecho parece que si han decidido colaborar es en la guerra tradicional y la política de desestabilizar.

Las respuestas, por definición, toman por referencia a las preguntas o provocaciones que les dieron origen. Vale la pena ser conscientes de con cuáles contrincantes nos enganchamos o, si no hay de otra, a qué tipo de terreno podemos llevar el conflicto.

jueves, 26 de enero de 2017

Estrategias para derrotar a Batman

Advertencia. En mi generación la identidad secreta de Batman es Bruno Díaz, si eres de los que le dice Brus Güein y crees que lucha contra el Youquer, sirve que te enteras que hubo tiempos mejores.

La historia es más o menos bien conocida: a Bruno Díaz le mataron a su papá y mamá cuando estaba bien peque y de allí quedó traumado entre esquizofrénico y justiciero. Vale la pena citar que 'traumado' tiene raíz en el alemán Traum, sueño. Quedó en efecto traumado, como viviendo en un sueño, en una realidad paralela donde un hombre murciélago puede acabar con el crimen de la ciudad saliendo por las noches para ser más rudo y pegar más duro que los demás. ¿Por qué puede él hacer esto que para el resto no está en los límites de la realidad? ¿Por qué en toda ciudad Gótica eso lo hace sólo Bruno Díaz y no alguno de los niños que salva? Fácil, él es millonario. Así como los mirreyes que llevan los mismos apellidos que nuestros gobernantes o empresarios, quienes llevan una vida de lujos y viajes y excesos que para la mayoría es sólo un sueño.
Así Bruno Díaz habría crecido para ser un Lord Ferrari si ese asesinato no lo hubiera llenado de odio. Pero retrocedamos un paso más, ¿por qué sus padres fueron asesinados? La primera respuesta es porque eran ricos, pero necesita otra de complemento: porque había maleantes. Ciudad Gótica está llena de maleantes, de mafias corruptas asociadas al liderazgo político, de pobreza y pésimos servicios médicos o educativos. 
¿Cómo? - como dicen en inglés - ¿cómo en la tierra? - y como decimos en México - ¿cómo chingaos, si ciudad gótica es un hoyo de corrupción  y escasez de recursos, hay una familia Díaz de ultramillonarios que puede permitirse una torre corporativa gigantesca, una mansión, donar el sistema de metro a la ciudad y una serie de juguetes tecnológicos de primera generación diseñados sólo para que Brunito salga a desquitar sus corajes con los chicos del barrio que la mafia contrató? ¿Cómo en un país de 60 millones de pobres, un presidente puede tener un avión de 90,000 millones de pesos? Si los negocios Díaz son parte del mismo sistema económico que Ciudad Gótica, estamos viendo algo que es bien común: la mala distribución de la riqueza. Unos pocos acumulan porque las reglas del mercado facilitan que estos pocos absorban la riqueza disponible en el sistema. Si sus empresas son tan triunfantes, ¿cómo es que no generan cientos de empleos que levanten a la ciudad? Tal vez hay explotación laboral, salarios de subempleo y atropello de derechos básicos; con todo esto los Díaz se ahorrarían bastante dinero en salarios dignos o prestaciones. Luego, para que las reglas del mercado sigan así de convenientes, falta corromper a los gobernantes y todo lo demás se da por añadidura. O tal vez la economía de las industrias Díaz no está ligada a Cd. Gótica, a la mejor tiene sus fábricas en china y sus minas emplean niños en el Congo e - igual - los empleos de Cd. Gótica, bien gracias. Y el Guasón y el señor Frío y el Dos Caras y Hiedra Venenosa son productos del mismo trauma que Batman, el trauma de crecer entre la violencia provocada por la ventaja de unos pocos, viven su propio sueño alternativo donde incrementar la violencia los hace sentir mejor, aunque sea igual de inútil que golpear a pandilleros que tomaron el trabajo que les daba lo que ningún empleador decente. 
Cd. Gótica es esa serpiente que se muerde la cola y el asesinato de los padres de Bruno es nada más que el momento en que la cabeza empieza a asfixiarse con su propio cuerpo. Batman necesita al Guasón, porque sin villanos ya no tendría pretexto para salir a jugar al héroe y, al mismo tiempo, cada minuto que Bruno Díaz es Batman en lugar de ser un empresario socialmente responsable o de apoyar a una fiscal que persiga la corrupción o a un comisario de policía valiente o a un político decente o a un profesor con métodos de enseñanza y propuestas escolares basadas en la justicia social, cada minuto que en lugar de hacer eso se pone una máscara y sale a repartir trancazos, está creando Guasones. Y digo apoyar de verdad, con su popularidad y dinero, con sus contactos, o sólo saliendo a una marcha donde el mensaje sea 'todos en Cd. Gótica podemos denunciar juntos' en lugar de 'los pobres quédense en casa y tengan miedo, mientras Bruno Jr. que sí tiene dinero se encarga de salvarlos'. Cd. Gótica necesita ciudadanos de tiempo completo y, sobre todo, si esos ciudadanos son poderosos, no porque los poderosos sean mejores ciudadanos, sino porque cuando no están siendo ciudadanos, hacen diez veces más daño. Ya si luego le sobra tiempo y quiere ponerse una máscara, le abrimos una filial gabacha de la triple A y que haga su tercia con los rudos para enfrentarse al Atlantis o al Místico. Yo de todos modos apoyaría a los técnicos con una cemita en la mano y gritándole 'pinche güerito, denle con la silla', pero respetaría su esfuerzo real por problemas reales.
Ahora, en nuestro propio trauma real, no hay superhéroes. Aquí los Brunos Díaz con sus traumas y su dinero y su burbuja de no saber qué pasa en las calles donde los demás pasamos el tiempo, se avientan a la presidencia, dan Trumpadas o dan mucha Peña. ¿Con cuáles estrategias los podemos confrontar? No sé, el título de hoy fue más un anhelo que una propuesta. Sugerencias bienvenidas.

lunes, 23 de enero de 2017

Taninos y algoritmos para no aprender

A veces trato de perder el tiempo sin perderlo demasiado,  entonces leo artículos de sitios como bozfid y compañía, como si el hecho de informarme de algo inútil, fuera un desperdicio aceptable de concentración. El punto es que en una de esas me encontré con un artículo sobre una aplicación para cata de vinos que no usa muy bien la palabra cata.
El sitio era Popdost y la aplicación es Testinrum o 'Testing room' si no hablas español (Nota sobre Testing Room). En breve, el asunto funciona así: te suscribes, pagas, te mandan una muestra de vinos a tu casa, sigues un tutorial en línea para probarlos e indicas qué de lo enviado te gustó. Luego, la aplicación hace 'una selección informada' (achí diche la nota) y te recomienda cuáles otros vinos podrían gustarte, mismos que puedes pedir con un clic, ahora sí en más volumen que las pruebas. Ya que hayas hecho la decorosa ingesta del fermento líquido, agregas tu valoración sobre el último envío y sigues nutriendo el algoritmo. Esto es, por cierto, una nota editorial, que abre señalando cómo en la licorería local no se puede confiar en que los empleados sugieran un vino que uno vaya a disfrutar y cierra diciendo que desde que usan Testinrum, aún no ha llegado la botella que los editores no hayan disfrutado.
 Sobra decir que no es una nota genuina, sino publicidad de esa disfrazada, máxime cuando la última línea del texto es un link para descargar la apliqueishon. Pero lo que me llama la atención es el discurso, desde el planteamiento del problema 'no puedes confiar en que siempre tengas una botella que vas disfrutar', pasando por el método sugerido 'un algoritmo que prediga tus gustos' y cerrando con la evaluación 'no hemos tenido que volver a probar algo que no nos guste'.
Me desmarco de dudar de la tecnología y no pretendo atacar el hecho de que se pretenda usar una fórmula que ajuste a tus gustos. Me gustan estos desarrollos y creo que los gustos pueden ser muy predecibles y eso no es ni novedad, ni culpa de la computación. No hace falta un algoritmo para saber quién en tu familia o bola de cuates va a renegar si van a comer a cuál lado o a ver qué tipo de película. Incluso suelo confiar en las recomentaciones que me hace el Nesflis que ya sabe mis preferencias mejor que yo - lástima que no sugiere temas de tesis.
¿Tons qué? ¿Para qué tanto verbo si ahora no voy a criticar nada? Mi pleito es con los humanos que somos los que programamos a las máquinas. Ese tipo de algoritmo está en los programas antes mencionados y en aplicaciones para libros y para pareja y en la publicidad de yutub, programamos a nuestros asistentes electrónicos sobre una lógica de la comodidad y lo esperado. Pretendemos, cuando algo nos gustó, que lo siguiente sea, en realidad, ese mismo algo, nomás pintadito de otro color o en un empaque diferente. En esta época en la que 'el mundo está al alcance de los dedos' y la diversidad es cada vez más presente, preferimos que sólo se nos muestre lo que nos trae confort, lo que ya conocemos, y estamos en poca disposición para la incomodidad. Y esa diversidad del mundo, justo tiene que ponernos a disgusto en algún momento, porque es por definición diferente y alguna de sus variaciones no será a nuestro placer.
Hace un tiempo platicaba con una actuaria sobre las dificultades de cumplir ciertas exigencias de sus jefes banqueros 'quieren más ganancias, pero no quieren aceptar más riesgo'. Entiendo que no quisiéramos riesgo en ciertas áreas de la vida, pero ¿en vinos? ¿En películas? Hay disgustos que podemos sobrellevar y algunos de ellos nos llevan a aprender. Ofrecerte siempre lo que ya conoces se ha vuelto un argumento de ventas ¿qué dice eso de nuestra capacidad de confrontar la ansiedad como sociedad?
Mi problema no es un algoritmo que se ajuste a tus gustos, sino que terminemos por ajustar nuestros gusto a un algoritmo. No me gusta que asumamos como normal el miedo a catar, en el amplio sentido de probar, y eso es lo inesperado y lo nuevo.



jueves, 19 de enero de 2017

Yutub, cadenas de aparatos y ¿democracia?

Un video se hace viral, millones de personas en el mundo lo ven y algo se ha comunicado de modo masivo. Millones han aprendido algo sobre alguien o sobre un lugar del mundo, sobre un baile, sobre una caída, sobre una opinión de un particular o cualquier cosa. Quien hace o meramente graba y sube un contenido ejerce el poder de divulgar una perspectiva sobre ese contenido. Este fenómeno ronda una característica del internet, e incluso del yutub, que es ampliamente aplaudida, son muy democráticos. Cualquiera puede subir un video y cualquier video puede ser visto o volverse viral, según la libre elección de las mayorías.
¿Qué aparatos son necesarios para hacer ese video de yutub? Una cámara, que puede ser del celular o la computadora; una computadora para editar y subir; un satélite que redirija la señal; un servidor que almacene; y de regreso casi los mismos aparatos para poder verlo. Hay una pequeña cadena de aparatos.
Pero cada paso de esta cadena está envuelto en una cadena más. La cámara, o celular, requieren ciertas materias primas, unas que son obtenidas del petróleo, otras que son minerales, de las cuales algunas son minerales raros sólo presentes en ciertas minas alrededor del mundo; o sea que requieren un sistema de transporte global. Luego se requieren centros de ensamblaje lo suficientemente baratos como para lograr un producto accesible para la mayor parte del público, esto, de nuevo, ubicado en ciertas partes del mundo. Y su puede seguir sólo sobre las cadenas de producción, pero hay otras como la red eléctrica para los aparatos, el servicio de acceso a internet, etc.
Aquí viene mi punto ¿hay diferencias en la disponibilidad de estos servicios? Sí. Hay regiones donde estas redes son más débiles, o no llegan, o facilitan el consumo de contenidos más que la producción. En la lista de oficial de youtube para los videos más vistos de 2016, tenemos un video, probablmente, rumano, uno japonés, ocho angloparlantes - probablemente de los EUA - de los cuales uno es publicidad de una corporación y otro es un  programa de TV. Ahí se nota dónde hay más usuarios con más acceso y con mejores posibilidades de impactar.
Para la democracia web, hace falta tener un país con la infraestructura adecuada, con tantos consumidores que traigan la distribución de cierta tecnología a bajo costo y con suficientes ingresos para poder hacer uso de lo anterior. En algo se va pareciendo la democracia de google a las otras que están en la tierra, los pobres son ciudadanos de segunda.

miércoles, 18 de enero de 2017

De girar y detenerse para saber qué hacer

- Así anunciamos a la ciudadanía, que nuestra estrategia de gobierno cambiará en un giro de 360º.
- Ah, qué pendejo es el gobernador, era un giro de 180º, se ve que ni la primaria acabó.
 
Es una escena más o menos frecuente en nuestro país. Alguien utiliza esa metáfora trigonométrica sobre el rumbo que se toma en las acciones diarias, dice 360º y de inmediato le corrigen. ¿Alguien se sabe la historia del burro que tocó la flauta? Yo no, si la saben, cuéntenla; pero sí sé que se usa como metáfora para hablar de alguien que desde su ignorancia dio con la respuesta correcta. Y el asunto es que creo que eso del giro de los 360º es un involuntario acierto.
¿Y ora de cuál se fumó el Tozic? Se preguntarán quienes, como yo en el pasado, han hecho la pitagórica corrección de que eran ciento ochenta. Veamos primero, ¿por qué la corrección? ¿Por qué está mal decir que 360º? Pues porque 360º es un círculo completo, es quedar en el mismo lugar. Pues sí, es quedar en el mismo lugar y justo por eso puede ser buena idea. Pero voy poniéndole contexto al asunto para ver si hace sentido.
Empiezo con dos ejemplos que seguro son cercanos a la experiencia de la mayoría. Una mamá o papá que consiente en exceso, que no exige ningún esfuerzo, que facilita en demasía, esa gente de ‘no le hablen fuerte a mi criatura porque le bajan la autoestima’. Y el asunto es que terminan por criar unos vaguitos incapaces de ver por sí mismos o poner manos a la obra ni en su propio beneficio. ¿Mejorarían estos padres con un giro de 180º?
El segundo caso es el de los que ponen la vara bien alta, que si en la boleta llevas algo abajo de diez, llevaste un cinco, los que van con todo el rigor porque ‘hay que formarle el carácter’. Y no es extraño que sus vástagos o bien sean incapaces de gozar la vida por el resto de su existencia, o vivan en secreto desmanes dignos de hijo de político mexicano.
Pues cada ejemplo está a 180º del otro y ninguno supone una mejoría sustancial. Si el error del gobernador fue no saber trigonometría, el error de quienes lo hemos corregido es simplificar las cosas. Rara vez hacer lo contrario a lo que hacíamos es la mejor opción, si acaso es pura necedad. 
Aquí pueden detenerme y decir ‘pero, Tozic, es sólo una expresión, no quiere decir que sean literalmente 180º, es figurado, por decir un cambio radical, un cambio profundo en el modo de hacer las cosas.’ Y justo por eso tengo que insistir. Si se trata de un cambio profundo en el modo de hacer las cosas, se trata de un cambio que requiere un esfuerzo a largo plazo. Como estos cambios requieren más que hacer lo meramente opuesto, requieren unos ajustes muy finos, requiere probar, fallar y corregir, pues no se hacen de un día pal otro. Es mejor tomarlos con la calma que sea posible y planearlos antes de actuar. Aquí está lo verdaderamente radical en el mundo contemporáneo, tomarse un tiempo para no hacer, quedar sin actividad física, pararse a pensar antes de actuar, detenerse a hacer con la cabeza.
Normalmente el contexto en que los líderesmexicanosquenoacabrontrigonometríauno dicen su chistecito es cuando están diciendo que todo ha salido mal, pero que ahora sí van a actuar de modo diferente para que salgan bien las cosas. Responden a la urgencia de demostrar que están haciendo algo para que la opinión pública no los tache de huevones. Yo les agradecería que de hecho sí dieran el giro de trescientos sesenta grados, esto es, que se detengan, dejen de avanzar, se conviertan en ese punto estático que es el centro del círculo y giren. Giren toda la circunferencia, vean todo a su alrededor, pasen por cada rumbo posible y ¡no lo tomen! No lo tomen hasta que hayan visto los demás, que regresen al punto de partida. Por esto en trigonometría se distingue 0º de 360º, aunque parezca la misma posición, 0º es no moverse, 360º es haberlo recorrido todo.



Luego de eso ya se puede decidir, volver a andar y corregir la ruta teniendo idea de qué guardan las diferentes opciones, en lugar de nomás jalar pa cualquier otro lado.