domingo, 12 de abril de 2020

Gatos lectores, no hablaré de Candy Candy y vamos a contar hsitorias. (Diario de cuarentena 2)

Ayer ya no podía más con este estar encerrado, sentía un poco de ansiedad, lo mismo si estaba en mi habitación que en la cocina. Convencí a mi hermana de hacer algo de limpieza, con tal de distraerme, pero tampoco duró mucho tiempo el asunto. Para las cuatro de la tarde me fui dando cuenta de que he pasado la mayor parte de estos días al interior de la casa, cuando tenemos un pequeño jardín. Salí, me tiré en el pasto y me quedé mirando al cielo, de tanto en tanto uno de los gatos brincaba sobre mi panza o intentaba robarse el libro que llevé conmigo - nunca subestimen el interés que los gatos tienen por la gramática de los códices mexicanos.

Y estando allí tirado, sin moverme, me pregunté si algo así sintió él cuando cayó del caballo y quedó tendido sin poder moverse. No hablo de Anthony el de Candy Candy, porque él cayó boca abajo y murió al instante. Hablo de Ignacio de la Llave, a quien casi nadie conoce. Ignacio cayó del caballo porque una bala le destrozó la columna, lo acribillaron por la espalda sus propios escoltas, así, a lo gacho, a lo cobarde y a lo canalla. 
¿Quién era como para llevar escoltas? Pues había sido gobernador de Veracruz y era general del ejército, pero nada como lo que hoy pensamos, no un Duarte ni un gañán de esos. En sus tiempos, Nachito era apodado "el liberal de liberales", lo que quería decir que estuvo dispuesto a luchar, y luchó, contra muchos de los grandes poderes de su época, la iglesia, el partido conservador, la dictadura de Santa Anna, los franceses invasores, los gringos invasores y defendió la causa hasta cuando no había un peso y hasta cuando estaban rodeados y parecían perdidos. O sea, un güey chingón, de esos que hoy por hoy deberían ser gobernadores de Veracruz en lugar de los Duartes.
De la Llave había estado encerrado dos meses, como en cuarentena, pero porque los franceses tenían la ciudad de Puebla rodeada. Y si yo no puedo con estos días y sin cañonazos, no me imagino cómo le fue a a aquellas gentes.Es curioso cómo la batalla más peleada, no es la de los balazos, sino la de las historias, la de lo que se cuenta y los valores y los principios que eso trae. Al respecto de las batallas que hubo en esos tiempos, franceses y mexicanos decían cosas totalmente distintas. Hoy por hoy, la kiwipedia en francés, dice que en la batalla de Camarón se enfrentaron 65 franceses contra 2000 mexicanos armados con las más novedosas armas gringas de repetición y alto calibre, que por eso perdieron los franceses, que estaban muy superados, agregan que al capturar a los últimos franceses, el comandante mexicano Francisco de Paula (también gobernador de Veracruz) dijo sorprendido que esos franceses no eran hombres, que eran demonios. ¡Está muy mamona esa explicación! Onda, resistimos todo un día contra un ejército treinta veces mayor a nosotros y armado como el mejor y resistimos hasta el final y todavía el enemigo dijo que éramos bien chingones. La kiwipedia en español dice que fueron 65 franceses contra 600 mexicanos, de las armas no dice nada, pero hay una carta de Francisco de Paula para Juárez que unos días antes le decía de sus hombres que "no merecen el nombre de soldados, y no cuentan siquiera con el regular armamento".
¿Qué suena más probable en México y en una época que el país fue invadido por no poder pagar sus deudas? ¿Que había soldados de sobra y tecnología de punta? ¿O apenas unos soldados con apenas suficientes armas? Pero los franceses, que se decían el mejor ejeército del mundo, no iba a decir que perdieron contra unos andrajosos malarmados y que probablemente el comandante mexicano lo único que dijo al final de la batalla, fue "nos la pelan, pinche güeritos". Más de ciento cincuenta años después, cada lado sostiene su versión.
Dicen por ahí que cada quién habla como le fue en la feria, pero es más probable que cada quién hable como quiere dar la apariencia de que le fue en la feria. Dice Rita Segato que acabando esta parte de urgencia y cuarentenas del covid, la que se va a armar, va a ser por quién controla las narraciones de lo que pasó. Los gobiernos más represores querrán decir que fueron sus estrategias impositivas lo que les permitió controlar el virus, los más liberales dirán que el fallo fue porque la salud pública está descuidada y hacen falta servicios públicos confiables (créanle a estos últimos), pero en medio de todo esto ¿yo qué? ¿Tú qué? ¿Vamos a ponernos nomás a ver qué historia nos compramos, por cuál votamos, cual periodo electoral internacional?
Nop. Tenemos que hacer nuestras propias historias, por ejemplo, llevar un diario de  la contingencia y compartirlo con nuestras personas cercanas. Contar historias no es un acto de privilegio social o reservado para quienes tienen algún don para la narración, contar historias es un modo de resistencia política, cuando son nuestras historias y cuando las volvemos conversaciones con nuestros seres queridos. Contémonos menos lo que nos repiten las bocinas y las pantallas y hagámosle un espacio a lo que tenemos para decirnos a la cara, los unos a los otros.






Este es Nachito, ahora imagínenselo con unos agujeros de bala, tirado en el suelo y con un charco de sangre, gritando "¿por quéeeee?" mientras suena música dramática y hay un close up sobre su cara.

PS. Bueno, pues Ignacio de la Llave murió dramáticamente después de caer del caballo sin esperarse la traición de sus soldados. ¿Por qué lo mataron? A lo judas, por unas piezas de oro que Nacho le estaba llevando a Juárez para organizar la resistencia contra los franceses. Nadie los sobornó, ningún francés les pagó, la neta eran parte del pueblo sin un peso, de los jodidos y los de abajo, y pues pudo más la pasta que el ideal.
No creo que se hayan dado cuenta que le cerraban una puerta al país, como si hoy nos mataran a Lidya Cacho o Anabel Hernándes (toco y re toco madera), se fregaron a una de las pocas personas decentes y que a la vez ocupara una posición desde la que influir. A cambio, ellos habrán ido a malbaratar esas piezas de oro. Honestamente, con el país en medio de la intervención, aunque hubieran querido, no habrían podido hacer gran cosa con eso. Mataron a un hombre decente pa poder empedarse y meterse a un prostíbulo - sin ofensa alguna al alcohol ni a las magdalenas, que ninguna culpa tuvieron en eso.
 Así hay siempre personas que no ven la trascendencia de actos que parecen pequeños, y espero que esta Era del Covid nos esté enseñando que tenemos algo que decir en eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario