domingo, 29 de enero de 2017

Tus enemigos te definen



En general es sabido que soy un nerd de las ciencias naturales, particularmente de la física y, como sería de esperarse, soy de los fans de la NASA y todo lo que hagan. Pero punto y aparte del contenido científico de esa agencia, creo que es en sí misma una de las mejores estrategias bélicas jamás concebidas. Ni siquiera hablo de que la tecnología que producen puede tener aplicaciones militares, sino de su existencia en sí, casi que su acta constitutiva - si tienen una.
La historia de la NASA empieza con Eisenhower, la guerra fría, desarrollar arsenales para jugar con la Unión Soviética a ver quién lo tiene más grande... el arsenal. En su fundación concentró dos proyectos militares anteriores, NACA y DARPA, de investigación sobre balística, misiles y propulsión; en chismes de la historia, estos proyectos, sobre todo DARPA, tenían en sus filas contratados a científicos exafiliados al nazismo que fueron secretamente recogidos y no condenados por el ejército estadounidense porque, pues, eran útiles a la maquinaria de guerra. Pero nada de esto es a lo que me refiero, porque otra vez, lo mejor de la NASA como estrategia de guerra, no tiene que ver con los aspectos materiales ni tecnológicos de la guerra. Y cuando digo 'lo mejor... como estrategia de guerra', me refiero a algo que para un pacifista como yo es, de hecho, admirable.
Pero la NASA que me interesa, y la que conocemos hoy, empieza a partir de su momento de gloria con John Kennedy, quien dio el visto bueno al programa espacial para conseguir un alunizaje. Kennedy es - como seguro será Obama - una figura controversial porque hay quienes le achacan todo lo bueno del mundo y luego hay quienes, para responder a esto, demonizan algunas acciones ciertamente reprobables. Yo quiero partir de que ni siquiera el llamado 'hombre más poderoso del mundo', el President of de Iunaited Esteits of America, es todo poderoso. Quiero decir, siguiendo a Foucault, que uno no tiene el poder, que el poder lo tiene a uno y uno, a lo sumo, lo ejerce en un sentido u otro. Es como ir al baño, no tenemos el poder de impedirlo, hay procesos en nuestro sistema que crean una urgencia innegable, pero con ciertos esfuerzos podemos definir cómo, cuándo y dónde. Así Kennedy llegó a la Uait Jaus y la urgencia de ir a... la guerra ya estaba instalada en el sistema; si él era un ángel pacifista o no, quién sabe, pero lo cierto es que había muchos más intereses determinando eso.
En este contexto, Kennedy decidió tomar una tajada sustancial, aunque no sustantiva, del presupuesto para dirigirlo al programa espacial de la NASA. El detalle es que el programa espacial con su objetivo de llegar a la luna no tenía ningún uso militar inmediato, desconozco los detalles históricos de la oposición que haya tenido Kennedy en su momento al interior del gobierno y el partido, pero perfectamente puedo ver a algunos generales y políticos diciendo 'no desvíes recursos de la producción de armas que sí destruyen al enemigo para dedicarlos a llevar a alguien a la luna, ¿qué rayos hay en la luna? Nuestro problema en la tierra es más urgente.' Pero una vez anunciada la decisión en aquél legendario discurso donde JFK prometió que antes de que terminara la década, los EUA habrían llevado un hombre a la luna, la URSS tuvo que responder. Y esta respuesta es de lo más interesante. Así como no importa si Kennedy era o no un pacifista, porque el sistema de gobierno estadounidense no lo era; pues tampoco importa si a Nikita Jrushov alguna vez le había importado un bledo promover un programa espacial soviético, tuvo que responder a la declaración de Kennedy. Responder a ello con una bomba habría sido definitivamente exagerado y reponder con un programa soviético de producción agrícola, no habría tenido nada que ver. Siguiendo la lógica de 'soy mejor que tú en todo' que predominó durante la guerra fría, la única acción sensata era demostrar que la URSS era mejor que los EUA hasta para lograr el propio objetivo de los EUA.
Ahora, el Programa Espacial Soviético tenía su propia historia también vinculada a crear misiles militares y también habiendo recurrido a científicos alemanes; no digo que la URSS haya creado su programa en respuesta a la NASA. Pero lo cierto es que adelantando esa declaración, Kennedy redigirió una parte del curso de la guerra, influenció el cómo, cuándo y dónde se daba la disputa. El cómo se daba la guerra, desviaba recursos que de otro modo quedarían en las manos del ejército, y más bien financiaba las ciencias naturales: un conflicto bastante más sano que el napalm de Vietnam. A esto me refiero al decir que la NASA es una buena estrategia de guerra. Si la guerra es la continuación de la política por otros medios, aquí la ciencia y política se aliaron para continuar la guerra de un modo más sensato.
A largo plazo, la NASA y el Programa Espacial Soviético fueron de las primeras agencias en cooperar en una relación bilateral pública. La NASA adoptó tecnología soviética para el diseño de sistemas de supervivencia, colaboraron en el desarrollo de tecnología para estaciones espaciales y, ahora que los transbordadores espaciales ya no son viables, la NASA opera lanzando sus tripulaciones desde Rusia en cohetes herederos del diseño soviético. Diría que todo es felicidad, salvo por que a los actuales líderes de ambos países no les parece atractivo volver a engancharse en este tipo de contienda, de hecho parece que si han decidido colaborar es en la guerra tradicional y la política de desestabilizar.

Las respuestas, por definición, toman por referencia a las preguntas o provocaciones que les dieron origen. Vale la pena ser conscientes de con cuáles contrincantes nos enganchamos o, si no hay de otra, a qué tipo de terreno podemos llevar el conflicto.

jueves, 26 de enero de 2017

Estrategias para derrotar a Batman

Advertencia. En mi generación la identidad secreta de Batman es Bruno Díaz, si eres de los que le dice Brus Güein y crees que lucha contra el Youquer, sirve que te enteras que hubo tiempos mejores.

La historia es más o menos bien conocida: a Bruno Díaz le mataron a su papá y mamá cuando estaba bien peque y de allí quedó traumado entre esquizofrénico y justiciero. Vale la pena citar que 'traumado' tiene raíz en el alemán Traum, sueño. Quedó en efecto traumado, como viviendo en un sueño, en una realidad paralela donde un hombre murciélago puede acabar con el crimen de la ciudad saliendo por las noches para ser más rudo y pegar más duro que los demás. ¿Por qué puede él hacer esto que para el resto no está en los límites de la realidad? ¿Por qué en toda ciudad Gótica eso lo hace sólo Bruno Díaz y no alguno de los niños que salva? Fácil, él es millonario. Así como los mirreyes que llevan los mismos apellidos que nuestros gobernantes o empresarios, quienes llevan una vida de lujos y viajes y excesos que para la mayoría es sólo un sueño.
Así Bruno Díaz habría crecido para ser un Lord Ferrari si ese asesinato no lo hubiera llenado de odio. Pero retrocedamos un paso más, ¿por qué sus padres fueron asesinados? La primera respuesta es porque eran ricos, pero necesita otra de complemento: porque había maleantes. Ciudad Gótica está llena de maleantes, de mafias corruptas asociadas al liderazgo político, de pobreza y pésimos servicios médicos o educativos. 
¿Cómo? - como dicen en inglés - ¿cómo en la tierra? - y como decimos en México - ¿cómo chingaos, si ciudad gótica es un hoyo de corrupción  y escasez de recursos, hay una familia Díaz de ultramillonarios que puede permitirse una torre corporativa gigantesca, una mansión, donar el sistema de metro a la ciudad y una serie de juguetes tecnológicos de primera generación diseñados sólo para que Brunito salga a desquitar sus corajes con los chicos del barrio que la mafia contrató? ¿Cómo en un país de 60 millones de pobres, un presidente puede tener un avión de 90,000 millones de pesos? Si los negocios Díaz son parte del mismo sistema económico que Ciudad Gótica, estamos viendo algo que es bien común: la mala distribución de la riqueza. Unos pocos acumulan porque las reglas del mercado facilitan que estos pocos absorban la riqueza disponible en el sistema. Si sus empresas son tan triunfantes, ¿cómo es que no generan cientos de empleos que levanten a la ciudad? Tal vez hay explotación laboral, salarios de subempleo y atropello de derechos básicos; con todo esto los Díaz se ahorrarían bastante dinero en salarios dignos o prestaciones. Luego, para que las reglas del mercado sigan así de convenientes, falta corromper a los gobernantes y todo lo demás se da por añadidura. O tal vez la economía de las industrias Díaz no está ligada a Cd. Gótica, a la mejor tiene sus fábricas en china y sus minas emplean niños en el Congo e - igual - los empleos de Cd. Gótica, bien gracias. Y el Guasón y el señor Frío y el Dos Caras y Hiedra Venenosa son productos del mismo trauma que Batman, el trauma de crecer entre la violencia provocada por la ventaja de unos pocos, viven su propio sueño alternativo donde incrementar la violencia los hace sentir mejor, aunque sea igual de inútil que golpear a pandilleros que tomaron el trabajo que les daba lo que ningún empleador decente. 
Cd. Gótica es esa serpiente que se muerde la cola y el asesinato de los padres de Bruno es nada más que el momento en que la cabeza empieza a asfixiarse con su propio cuerpo. Batman necesita al Guasón, porque sin villanos ya no tendría pretexto para salir a jugar al héroe y, al mismo tiempo, cada minuto que Bruno Díaz es Batman en lugar de ser un empresario socialmente responsable o de apoyar a una fiscal que persiga la corrupción o a un comisario de policía valiente o a un político decente o a un profesor con métodos de enseñanza y propuestas escolares basadas en la justicia social, cada minuto que en lugar de hacer eso se pone una máscara y sale a repartir trancazos, está creando Guasones. Y digo apoyar de verdad, con su popularidad y dinero, con sus contactos, o sólo saliendo a una marcha donde el mensaje sea 'todos en Cd. Gótica podemos denunciar juntos' en lugar de 'los pobres quédense en casa y tengan miedo, mientras Bruno Jr. que sí tiene dinero se encarga de salvarlos'. Cd. Gótica necesita ciudadanos de tiempo completo y, sobre todo, si esos ciudadanos son poderosos, no porque los poderosos sean mejores ciudadanos, sino porque cuando no están siendo ciudadanos, hacen diez veces más daño. Ya si luego le sobra tiempo y quiere ponerse una máscara, le abrimos una filial gabacha de la triple A y que haga su tercia con los rudos para enfrentarse al Atlantis o al Místico. Yo de todos modos apoyaría a los técnicos con una cemita en la mano y gritándole 'pinche güerito, denle con la silla', pero respetaría su esfuerzo real por problemas reales.
Ahora, en nuestro propio trauma real, no hay superhéroes. Aquí los Brunos Díaz con sus traumas y su dinero y su burbuja de no saber qué pasa en las calles donde los demás pasamos el tiempo, se avientan a la presidencia, dan Trumpadas o dan mucha Peña. ¿Con cuáles estrategias los podemos confrontar? No sé, el título de hoy fue más un anhelo que una propuesta. Sugerencias bienvenidas.

lunes, 23 de enero de 2017

Taninos y algoritmos para no aprender

A veces trato de perder el tiempo sin perderlo demasiado,  entonces leo artículos de sitios como bozfid y compañía, como si el hecho de informarme de algo inútil, fuera un desperdicio aceptable de concentración. El punto es que en una de esas me encontré con un artículo sobre una aplicación para cata de vinos que no usa muy bien la palabra cata.
El sitio era Popdost y la aplicación es Testinrum o 'Testing room' si no hablas español (Nota sobre Testing Room). En breve, el asunto funciona así: te suscribes, pagas, te mandan una muestra de vinos a tu casa, sigues un tutorial en línea para probarlos e indicas qué de lo enviado te gustó. Luego, la aplicación hace 'una selección informada' (achí diche la nota) y te recomienda cuáles otros vinos podrían gustarte, mismos que puedes pedir con un clic, ahora sí en más volumen que las pruebas. Ya que hayas hecho la decorosa ingesta del fermento líquido, agregas tu valoración sobre el último envío y sigues nutriendo el algoritmo. Esto es, por cierto, una nota editorial, que abre señalando cómo en la licorería local no se puede confiar en que los empleados sugieran un vino que uno vaya a disfrutar y cierra diciendo que desde que usan Testinrum, aún no ha llegado la botella que los editores no hayan disfrutado.
 Sobra decir que no es una nota genuina, sino publicidad de esa disfrazada, máxime cuando la última línea del texto es un link para descargar la apliqueishon. Pero lo que me llama la atención es el discurso, desde el planteamiento del problema 'no puedes confiar en que siempre tengas una botella que vas disfrutar', pasando por el método sugerido 'un algoritmo que prediga tus gustos' y cerrando con la evaluación 'no hemos tenido que volver a probar algo que no nos guste'.
Me desmarco de dudar de la tecnología y no pretendo atacar el hecho de que se pretenda usar una fórmula que ajuste a tus gustos. Me gustan estos desarrollos y creo que los gustos pueden ser muy predecibles y eso no es ni novedad, ni culpa de la computación. No hace falta un algoritmo para saber quién en tu familia o bola de cuates va a renegar si van a comer a cuál lado o a ver qué tipo de película. Incluso suelo confiar en las recomentaciones que me hace el Nesflis que ya sabe mis preferencias mejor que yo - lástima que no sugiere temas de tesis.
¿Tons qué? ¿Para qué tanto verbo si ahora no voy a criticar nada? Mi pleito es con los humanos que somos los que programamos a las máquinas. Ese tipo de algoritmo está en los programas antes mencionados y en aplicaciones para libros y para pareja y en la publicidad de yutub, programamos a nuestros asistentes electrónicos sobre una lógica de la comodidad y lo esperado. Pretendemos, cuando algo nos gustó, que lo siguiente sea, en realidad, ese mismo algo, nomás pintadito de otro color o en un empaque diferente. En esta época en la que 'el mundo está al alcance de los dedos' y la diversidad es cada vez más presente, preferimos que sólo se nos muestre lo que nos trae confort, lo que ya conocemos, y estamos en poca disposición para la incomodidad. Y esa diversidad del mundo, justo tiene que ponernos a disgusto en algún momento, porque es por definición diferente y alguna de sus variaciones no será a nuestro placer.
Hace un tiempo platicaba con una actuaria sobre las dificultades de cumplir ciertas exigencias de sus jefes banqueros 'quieren más ganancias, pero no quieren aceptar más riesgo'. Entiendo que no quisiéramos riesgo en ciertas áreas de la vida, pero ¿en vinos? ¿En películas? Hay disgustos que podemos sobrellevar y algunos de ellos nos llevan a aprender. Ofrecerte siempre lo que ya conoces se ha vuelto un argumento de ventas ¿qué dice eso de nuestra capacidad de confrontar la ansiedad como sociedad?
Mi problema no es un algoritmo que se ajuste a tus gustos, sino que terminemos por ajustar nuestros gusto a un algoritmo. No me gusta que asumamos como normal el miedo a catar, en el amplio sentido de probar, y eso es lo inesperado y lo nuevo.